Cada primer viernes de octubre se conmemora el Día Mundial de la Sonrisa, una celebración que busca que las personas sonrían más a menudo y promuevan la alegría y el optimismo.
Esta conmemoración invita, además, a realizar actos de bondad como una extensión natural de este gesto. Realizar una acción desinteresada como ayudar a una persona, donar a una causa benéfica o simplemente ofrecer una palabra de aliento.
La mente creadora
Harvey Ball, un diseñador gráfico de Worcester, Massachusetts, fue el creador del famoso rostro sonriente amarillo que en la actualidad se reconoce como símbolo de alegría y positividad.
Originalmente diseñado como una campaña interna para mejorar la moral en una empresa de seguros, el “smiley” se popularizó rápidamente, convirtiéndose en un icono global de la felicidad.
Un lema poderoso
Ball, tras estar al tanto de la comercialización excesiva del símbolo, decidió en 1999 instaurar el Día Mundial de la Sonrisa, con la filosofía de que, al menos una vez al año, las personas deberían tomarse el tiempo para compartir una sonrisa y realizar un acto de bondad.
Su lema era simple pero poderoso: “Haz un acto de bondad. Ayuda a una persona a sonreír“.
• Según recoge el portal Mente Maravillosa, la sonrisa es una herramienta que proporciona alivio de forma natural. “Sonreímos cuando nos sentimos bien, cuando sucede algo gracioso, cuando estamos contentos o emocionados por alguna noticia, y así hay infinidad de situaciones que nos hacen sonreír“, dice el psicólogo Bernardo Peña.
Diversos estudios han demostrado que sonreír, incluso cuando no lo sentimos de manera natural, puede mejorar nuestro estado de ánimo y reducir el estrés. Cuando sonreímos, nuestro cerebro libera endorfinas y serotonina, neurotransmisores que nos hacen sentir más felices y relajados.